

Si el día que muera la iglesia o algún adepto ferviente de la misma dijera de mi que "era un populista de baja monta afin al marxismo",sería uno de los mayores piropos que me hubiesen profesado a lo largo de mi vida.Por suerte estoy aquí escribiendo vivito y coleando,dicho piropo fue realizado por la prensa del Vaticano hacia uno de los mas grandes escritores del siglo XX:Jose Saramago.
El portugués nos ha abandonado recientemente y deja huérfanos a cientos de miles de lectores alrededor del mundo adoradores de su lucides mental y de su distancia de las religiones(especialmente crítico con la católica)creadoras de dogmas tan nocivos,de verdades universales irrefutables y de profesar con la palabra y no con el ejemplo.Este portugués entrañable y afiliado al partido comunista(¿será casualidad que la gran mayoría de grandes y triunfadores literatos sean de izquierda?) ha logrado atraer la atención del mundo a sus maravillosas obras de reflexión sin fin,obligando al lector a plantearse serias dudas acerca de los paréntesis mas importantes que invaden al hombre en su vivir.
Es evidente que tanto Saramago como una parte importante de literatos e intelectuales modernos,plantea un distanciamiento claro de las religiones en su gran mayoria,y en particular los escritores occidentales,de la confesion catolica.No es casualidad,nos ha traído grandes disgustos a lo largo del siglo XX(por mencionar un siglo entre tantos otros)con sus importantes aportes con sendos dictadores sanguinarios a lo largo de todo el mundo,por sus últimos y resonados casos de pederastia y la forma de tratarlos,etc,etc.
Es una obligación,o cuanto menos un ejercicio de lucides,el plantearse firmemente la existencia de algun tipo de deidad similar a la que nos presentan los católicos,es decir Dios,ese Dios con mayúscula que tiene como representante máximo en la tierra a la Iglesia y a todo su séquito jerarquico que todos mas o menos conocemos.
Si arriba de verdad hay un Dios con las características que los católicos le otorgan,seguro que acoge a Saramago en su lecho y le abre las puertas de cuanto paraíso haya como colofón de su maravillosa vida y como premio final por haber servido tan bien a la humanidad.